Que está parada, que no avanza;
que le duele de agonía la calidez
que la amansa.
Que no sabe de su casa ni de allende;
que no vive como viven los videntes,
que no pasa hambre, que no pasa...
Y el problema es que no pasa,
que está presa en las paredes
de la rendición,
entre la agonía de una Troya encadenada
por el odio de los reyes al amor;
por la envidia al protector...
Que soy Atenea lapidada,
que soy Troya.
Que soy santo hasta la piedra
y luego escoria.