Él, que renunció a morir,
como las hojas de los arces en noviembre,
nos dejó vendidos...
Abandonados entre brumas y sin suerte:
Él, el mar omnipotente,
y nosotros ciudad, que entre los muros,
empeñada entre los riscos
de la balsa más de piedra, vida eterna, se promete,
más allá del desengaño,
vencedora como es de los dioses y los años.
Una promesa que asedia es él,
nosotros la severa voluntad de quebrantarlo.
Autor: @carlos_alci |
No hay comentarios:
Publicar un comentario