De lo que fui qué resta,,, de lo que quise...
Así como una sombra me aparezco
con el estómago dolido por los nervios,
como una contradicción sin fuerza...
Colores en la noche nos albergan,
destripados, rehundidos, enterrados bajo tierra,
como símbolos perdidos de una guerra,
como heridas que el tiempo no resarce...
De lo que fui qué resta,,, de las calles
que son mi cuna,,, de las piedras,,,
de los años cuando el corazón no pesa,
cuando solo era yo y no había circunstancias...
Luego los errores, las culpas, las tristezas;
la adolescencia, tal vez, fue como un trueno
en una noche mansa,,, y aún así volví a ser,
pero no tan yo como era antes...
¿Qué queda de lo que salve de aquel desastre?
Algunos recuerdos, aire contra el pecho,
un mar, ceniza y carne,,, todo para quemarse.
Entonces amé y lo supe, y no lo supe
y lo superé.
Luego me deshice, como hielo en primavera,
otra vez mi morada parecía ser endeble,
y me quedé sin palabras para nada, sin prudencia;
las ideas amontonadas cabalgaban venas,
como obligado por alguna sangre me opuse,
fui mi sombra o dejé de serla; la virtud
ya nunca más resulto inequívoca, luminosa...
Como caníbales ascendieron ominosas
fieras que nada podían ofrecen... Así me ofenden
ahora las cosas, lloran mis palabras
si no gritan,,, los poemas y los libros se me mueren;
—parece que algo a roto la eternidad del ciclo—.
No se si confuso olvidé la existencia de muchas cosas
(
me negué como Pedro), ahora, renacidas éstas,
me toca revisar los desperfectos del desastre provocado,
pues cual fénix su regreso tubo un precio...
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