Atadlos a todos a la infiel tortura rutinaria de los días,
al placer exiguo de envejecer vacíos por dentro,
a la amargura de ser quien son por elección.
Dejadlos a todos languidecer en las sombras del olvido,
en las infecundas planicies del amanecer dolorido,
de la miseria moral de cada día…
Un sol en eclipse múltiple, nos signa el absurdo:
Cometemos cada día las acciones obligadas
que nos pierden… No os dejéis marchitar:
¡Sed inmarcesibles!
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