La cocina huele a tierra y a aire ronco;
un poco a muerte y a resaca la mañana tardía.
Esperamos muchas cosas entre espíritus forzados,
entre espiraciones, expiaciones y soplos.
La cocina huele a pez cocido y a patata,
pero a patata vieja y germinada.
Los portazos se suceden pasillo adentro
parece ser que hay corriente,
se ha levantado viento.
La despensa se olvidó mi letanía
desdolían los caminos más hambrientos;
la moral enaltecida en un bote de pimientos
pinta fina un final que no llega, y un nuevo comienzo.
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