Un pollo está escribiendo cosas amorosas
pero son efímeras,
porque hasta la tinta puede borrarse.
Yaritza cabalgó al camello naranja de la luna;
la luna es roja por el eclipse antipódico,
antipático por no venir a vernos.
La noche oscura nos abandona;
los propios, los ajenos, los nativos...,
nos abandonan.
Iván está muerto en un sofá del brazo de David,
quizás David le llore luego;
Goliat observa desde arriba mientras Víctor y yo huimos.
La luna roja es el destino de Marina,
y aquel otro en un alarde narcisima
se ve capaz de cualquier cosa.
Droga augura el final de la noche;
su abuela llama a Garazi que hace tiempo duerme en una esquina;
mientras unos tratan la legalización de algunas plantas
otro ama ama ama y ensancha el alma,
como Iván amó antes de desplomarse pálido y frío,
vencido.
[PD.: Solo a veces se ofenden los que no salen,
pues se les olvida que lo que no vivien
no les pertenece]
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